El Padre Ignucio
Richard Stallman, capo del software libre
Por Javier García Alfaro.
El jueves 15 de abril el fundador de un movimiento que brega por los derechos humanos en la era digital dio una charla en un colmado auditorio de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Rosario. También se reunió con autoridades locales y con la prensa.
GNU es abreviatura de “GNU no es Unix” –que en inglés se dice GNU's not Unix– y se puede pronunciar “ñu” con ñ, porque Richard Matthew Stallman, programador estadounidense, habla en español. El tipo no requiere presentadores y con su enorme panza, melena y sus barbas de filósofo entra a un salón de actos repleto en sus dos plantas, la mayoría son estudiantes de informática y hay pocos periodistas. Sobre el telón los organizadores colgaron dos banderas, una tiene un ñu –que es una especie de cebú africano– y la otra un pingüino que no es “K” sino parte del logo del Grupo de Usuarios de Software Libre de Rosario (Lugro). Desde el escenario y mientras acomoda su maletín y otros bártulos sobre una larga mesa bordó a tono con su camisa, pregunta si es posible abrir las ventanas para ventilar mejor la sala. Entonces el fundador del movimiento del software libre se quita los zapatos y empieza su conferencia.
Es la segunda vez que visita Rosario traído por el Lugro, la primera fue hace una década. Este año sus charlas han sido escuchadas en Bariloche, Tandil, Berazategui, Bahía Blanca y la Capital Federal, su mensaje es claro y contundente. “Sabemos que lo que hacen las computadoras es seguir las órdenes de los humanos, ¿pero quiénes? ¿Quién manda en tu computadora? El dueño del programa manda en tu computadora” dijo alguna vez Stallman.
El programador y físico destaca que lo que está en juego es la libertad y la democracia de la sociedad de la información. Frente a esta “dictadura del desarrollador de software” se levanta el software libre, movimiento social global que, aunque incipiente, ya forma parte de la agenda política del siglo XXI. De acuerdo a la definición de la Free Software Foundation (FSF), la Fundación Libertad del Software que dirige Richard M. Stallman (también conocido la sigla RMS) se considera software libre a aquel que se puede usar para cualquier fin, estudiar cómo está hecho, modificar para ajustarlo a las necesidades y redistribuir tanto en su estado original como con las modificaciones.
Las “cuatro libertades esenciales del software” hacen que el usuario tenga control sobre la tecnología. El informático con aire de hippie explica: “La libertad cero es la libertad de ejecutar el programa como quieras, la libertad uno es la libertad de estudiar el código fuente del programa y cambiarlo para que el programa haga lo que quieras, la libertad dos es la libertad de ayudar a los demás, la de redistribuir copias del programa y la libertad tres es la liberad de contribuir a tu comunidad, de distribuir copias de tus versiones modificadas cuando quieras. Puedes escribir una versión mejorada para que todo el mundo pueda instalarla. Es decir, todos nos beneficiamos, incluso los que no saben programar reciben los beneficios”.
Si el programa carece de alguna de estas libertades es “software privativo”, el cual según Stallman, “impone un sistema social no ético al usuario porque atenta contra la solidaridad social de la comunidad”, y reafirma que se trata de un asunto ético y no técnico. La apropiación y el control de los recursos tecnológicos es en efecto un problema político central en la sociedad de la información.
En su gira por Uruguay y Argentina RMS ha instado a todos a exigir la implementación de software libre en la administración pública, como política de Estado para asegurar la soberanía tecnológica y quebrar la dependencia de empresas monopólicas como Microsoft. También alertó sobre los peligros de la utilización de sistemas electrónicos en los procesos de votación. Stallman sostiene que “votar con computadoras es abrir una puerta grande al fraude”, incluso si se utiliza software libre y que “el único sistema confiable” es el voto de papel.
“El propósito de la democracia es asegurarse de que los ricos no tengan una influencia proporcional a su riqueza. Y si tienen más influencia que tú o que yo, eso significa que la democracia está fallando”, asevera RMS.
Libres o dominados
RMS también señaló que el iPod y otros aparatos, poseen las llamadas “puertas traseras” mediante las cuales corporaciones como Apple o Microsoft pueden restringir las libertades de los usuarios, imponiendo cambios de software y otras intervenciones que son desconocidas dado que el código es cerrado.
Los libros electrónicos también son objeto de su análisis crítico, afirma que “son una excusa para privarnos de las libertades tradicionales de los lectores”, como prestar o revender un libro. “Amazon, la tienda virtual que creó el reproductor de libros electrónicos Kindle”, al obligar al usuario a identificarse para acceder al servicio “maneja la lista todos de libros que hemos leído” lo cual, de acuerdo al hacker barbudo, acarrea un peligro para nuestra libertad. La naturaleza orwelliana de este producto quedó demostrada en julio de 2009 cuando Amazon borró remotamente un libro que los usuarios habían comprado, el e-book descatalogado era 1984 de George Orwell. Stallman observa que “Kindle quiere decir incendiar, y es evidente que es un producto diseñado para quemar nuestros libros”.
En el software privativo, denuncia Stallman, existen programas con “funcionalidades malévolas” concebidas para vigilar, restringir y abusar de los usuarios, tal es el caso de Microsoft Windows, el sistema operativo instalado en la mayoría de las computadoras del mundo, que envía datos sobre el uso de la computadoras.
RMS señaló además que la utilización de software privativo en la educación pública es equiparable a regalar cigarrillos en la puerta de la escuela. En cuanto al plan lanzado por el gobierno argentino de distribución de netbooks para estudiantes de escuelas públicas, afirmó: “El Estado no debería nunca entregar software privativo. Esta es una lucha política”. Las netbooks EXO que entrega el Ministerio de Educación traen instalados dos sistemas operativos, uno es el obsoleto Windows XP y otro es un GNU/Linux de factura nacional. Al respecto Stallman afirma tajante: “La sociedad tiene una elección. Debe optar por el software libre. Todas las escuelas deben enseñar únicamente a usar software libre. Todavía no es tarde”.
GNU con Linux
Stallman insiste en que hay que llamar GNU/Linux al sistema operativo libre, del cual Linux es sólo el kernel (núcleo) desarrollado por el finés Linus Torvalds, de quién se diferenció y señaló como desinteresado por el planteo ético y social del software libre, y más cercano al open source (código abierto) donde la perspectiva es principalmente técnica antes que ética.
El software libre y sus cuatro libertades surgen como respuesta a la introducción de las políticas de propiedad intelectual dentro del campo de investigación informática. En 1983 Stallman, quien por entonces era un ex empleado del laboratorio de inteligencia artificial del MIT, inicia el Proyecto GNU, con el objeto de desarrollar un sistema operativo libre y compatible con el –por entonces predominante– sistema Unix, de ahí que su nombre sea el chiste nerd “GNU no es Unix”.
Los programadores, es decir quienes escriben código, suelen utilizar juegos de palabras para bautizar a sus criaturas. Tal es el caso del concepto de copyleft –creado por Stallman jugando con el copyright (derechos de copia exclusivos)– como un tipo de licencia que permite que el uso y la modificación de los programas permanezcan libres y al alcance de la comunidad.
Stallman no usa celular ni tarjetas de crédito, siempre va acompañado de su notebook en la que sólo tiene software libre, no duerme en hoteles y no toma Coca-Cola, ni agua embotellada por la multinacional gaseosa, ya que adhiere al boicot mundial iniciado luego de que sindicalistas colombianos fueran asesinados por sicarios contratados por la empresa.
RMS tiene además otra personalidad, un alterego que parodia a la religión y provoca risas entre el público. Con un viejo disco rígido en la cabeza a modo de aureola dorada y una túnica –que es más de hippie que de santo– interpreta a San Ignucio de la iglesia de Emacs. Este personaje al que recurre para cerrar sus charlas denota su carácter evangelizador, como padre y defensor de los derechos humanos en tiempos de replicabilidad digital y privatización de saberes.
Nota publicada en la edición abril del periódico El Eslabón. Fuente: Redacción Rosario
- Secciones: